San Vicente de Paúl
Primeros años y ordenación sacerdotal
Nacido de Juan de Paúl y de Beltranda de Moras (a veces escrito Mora sin «s»), originarios de Tamarite de Litera. No se sabe con seguridad su lugar de nacimiento, que está discutido entre Pouy y Tamarite de Litera. No existe registro de su nacimiento ya que la inscripción de partidas no se inició hasta 1648.Abelly dio como fecha de nacimiento el 1576, pero la mayoría de las biografías modernas decantan por aceptar la fecha de 1581, que no fue propuesta hasta 1920-1925 por Pedro Coste en París.
Según la teoría de Pouy, Vicente de Paúl nació en una pequeña casa rural en las afueras de la aldea de Pouy (que, desde el siglo XIX, se llama Saint-Vincent-de-Paul en su honor), a unos cinco kilómetros de la ciudad de Dax, en el departamento de las Landas, situado al suroeste de Francia. En el lugar de su nacimiento, conocido hoy como Berceau de Saint Vincent de Paul, se levanta una modesta construcción de ladrillo y vigas de madera muy parecida a la casa en que nació Vicente en abril de 1580 ó 1581 (el año exacto no es seguro). No existe registro de su nacimiento ya que la inscripción de partidas no se inició hasta 1645.
Según la teoría de Tamarite, los gentilicios Paúl, y Moras/Mora son frecuentes en el Alto Aragón, y los infanzones de Aragón utilizaban la partícula «de» en sus apellidos. No existe registro de su nacimiento ya que todos los registros fueron quemados en 1936 durante la Guerra Civil Española. El biógrafo oficial Luis Abelly viajó a Pouy cuatro años después de la muerte de San Vicente y no pudo encontrar ningún dato sobre los abuelos, ni siquiera sus nombres de pila, lo que induce a pensar que no era originarios de la zona, y que los habitantes de Pouy decidieron callar su origen aragonés, a fin de asignarse la gloria de ser el lugar de nacimiento[cita requerida]. Abelly dio como fecha de nacimiento el 1576, pero la biografía actual acepta la fecha de 1581, que no fue propuesta hasta 1920-1925 por Pedro Coste en París. La primera noticia del establecimiento de los padres en Pouy es de 1581, que ser correcta la fecha de Abelly seria cinco años después del nacimiento de San Vicente.5 En Tamarite hay una calle dedicada a su nombre.
Era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia hizo que muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo de pastor de ovejas y de cerdos a la economía familiar. Pronto también dio muestras de una inteligencia despierta, lo que llevó a su padre a pensar que podía hacer una carrera eclesiástica. Cursó estudios primarios y secundarios en Dax, y posteriormente filosofía y teología en Toulouse durante siete años. Estudió también en Zaragoza. Fue ordenado sacerdote muy joven, a los veinte años, con la intención de ser párroco de inmediato y así poder ayudar a su familia.
Origen de su vocación por los pobres
Una serie de peripecias no muy bien conocidas dio con él a los treinta años en París, donde encontró inicialmente algunas pequeñas ocupaciones sacerdotales, hasta que por recomendación de un prestigioso amigo sacerdote, Pedro de Berulle, posteriormente cardenal, entró en 1613 en la importante casa de los señores de Gondi como preceptor de los niños y posteriormente director espiritual de la señora.
Los viajes por las tierras de los Gondi llevaron a Vicente a un conocimiento de primera mano de las lastimosas condiciones de vida materiales y espirituales de la población campesina, y también del clero parroquial que les atendía con serias deficiencias. Esta experiencia y su propia evolución espiritual, cuyos perfiles exactos nos son poco conocidos, le llevaron a un decisión irrevocable de dedicar su vida sacerdotal, no a la promoción social de su familia o a la suya propia, cual había sido el caso hasta entonces, sino a la evangelización y redención de la población campesina y a la formación de sus sacerdotes.
A partir de esa decisión la vida de Vicente mantiene hasta su muerte a los ochenta años, en 1660, una línea constante de dedicación a la redención espiritual y material de los pobres.
Su visión, limitada en sus comienzos a la población campesina, se fue ampliando progresivamente hasta incluir condenados a galeras, enfermos pobres, niños abandonados, soldados heridos, esclavos, ancianos desamparados, mendigos, refugiados de guerra o nativos paganos de Madagascar. Movilizó para ello a sacerdotes (Congregación de la Misión, Conferencias de los Martes), a hombres y mujeres de la nobleza, de la burguesía y del pueblo llano (cofradías parroquiales de caridad y Damas de la Caridad), a jóvenes campesinas (Hijas de la Caridad); a todos ellos intentó contagiar con su propia visión del Evangelio y su experiencia cristiana, basada en las palabras mismas de Jesucristo en el Evangelio de san Lucas: «El Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos».
La Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad
Vicente de Paúl fundó la Congregación de la Misión en 1625, gracias a una suma de dinero que los Gondi pusieron a su disposición el 17 de abril de ese año.
En 1633, junto con Luisa de Marillac, fundó la Compañía de las Hijas de la Caridad. Con Luisa a su lado, actuó como Superior General, presidiendo los frecuentes consejos, redactando una regla y resolviendo la base jurídica, un tanto revolucionaria, que haría de la Compañía una fuerza apostólica poderosa en los años venideros. Durante su vida, se erigieron más de 60 casas entre Francia y Polonia. Después, la Compañía llegó a ser una de las más grandes congregaciones de la Iglesia católica. La Congregación de María se extendió no solo por Francia y Polonia, sino además por Italia, Irlanda, Escocia, Túnez y Madagascar, Argelia, las Hébridas y las Orkneys. Ejerció como Superior General de la Congregación hasta su muerte, celebrando reuniones regulares del consejo, escribiendo sus reglas, dirigiendo las asambleas generales y resolviendo cantidad de problemas fundacionales, como conseguir la aprobación de la Congregación por la Santa Sede, decidir si se debían hacer votos, determinar cuáles debían pronunciarse y cuál debía ser su contenido.
En el proceso de guiar a los grupos que fundó, Vicente mantuvo una profusa correspondencia de más de 30 000 cartas, de las que solamente se conserva un diez por ciento. Dio frecuentes conferencias a la Congregación de la Misión y a las Hermanas. Únicamente se conserva un pequeño número de ellas y éstas son simplemente referencias de los copistas sobre lo que él decía. También dio conferencias a las religiosas de la Visitación, confiadas a su cuidado por Francisco de Sales en 1622. Ninguna de éstas se conserva.
De 1628 en adelante se fue comprometiendo en la reforma del clero, organizando ejercicios para ordenandos, las Conferencias de los Martes y retiros para sacerdotes. Abelly nos dice que más de 12 000 ordenandos hicieron los ejercicios en San Lázaro. En los últimos 25 años de su vida se encargó de la fundación de seminarios para el clero diocesano, obra que describió como «casi igual» y en otras ocasiones «igual» a la de las misiones. Llegó a fundar veinte.
La obra vicentina
En 1638, se encargó de la obra de los niños expósitos. Más de 300 eran abandonados anualmente en las calles de París. Según los casos, asignaba un número de Hijas de la Caridad a la obra y tuvo 13 casas para recibirlos. Cuando, en 1647, esta obra estuvo en peligro, la salvó dirigiendo una elocuente llamada a las Damas de la Caridad para que vieran a los expósitos como a sus hijos.
A partir de 1639, Vicente comenzó a organizar campañas para socorrer a los que sufrían por la guerra, las plagas y el hambre. Uno de los ayudantes de Vicente, el Hermano Mateo Regnard, hizo 53 viajes, atravesando las filas del enemigo disfrazado, llevando dinero de Vicente para auxilio de los que se encontraban en zonas de guerra.
De 1643 a 1652 sirvió en el Consejo de Conciencia, cuerpo administrativo selecto que aconsejaba al rey en lo referente a la elección de obispos. Al mismo tiempo fue amigo y a menudo, consejero, de muchos de los guías espirituales de su tiempo. En el año 1648, luego de la guerra de los Treinta Años, tiene lugar la guerra de la Fronda como resultado de la cual la pobreza azotó cruelmente París y otras poblaciones de Francia.
De las consecuencias de la devastación de la Guerra de la Fronda, por ejemplo, se pueden encontrar relatos hechos a través de cartas a Vicente de Paúl, enviadas por los misioneros de la Congregación de la Misión – padres Paúles. Dicen ellos: «Acabamos de visitar 35 aldeas del decanato de Guisa donde encontramos cerca de 600 personas, cuya miseria es tan grande, que se lanzan sobre perros y caballos muertos, después incluso de que los lobos hayan saciado el hambre. Solamente en Guisa hay más de 500 enfermos resguardados en huecos y en cavernas, lugares más apropiados para albergar animales que personas humanas».
Los movimientos de insurrección se extendieron hasta 1653. Con cerca de 70 años de edad, Vicente de Paúl organizó ingentes programas de socorro que repartían sopa dos veces al día a miles de pobres en San Lázaro y alimentaban a miles más en las casas de las Hijas de la Caridad. Organizó colectas, llegando a recoger cada semana de 5 a 6 mil libras de carne, de 2 a 3 mil huevos y provisiones de ropa y utensilios.
Muerte y reconocimiento
En junio de 1660, las fuerzas de Vicente de Paúl comenzaron a flaquear, hasta su muerte en París el 27 de septiembre de ese año. Henri de Maupas du Tour, predicador de su funeral, declaró: «Poco le faltó para cambiar la faz de la Iglesia». Sus reliquias se conservan en París.
Fue beatificado el 13 de agosto de 1729, y canonizado el 16 de junio de 1737. Su festividad se celebra el 27 de septiembre.